No sé muy bien cómo empezar esto.
Tal vez porque, en realidad, ya lo empecé hace mucho.
Tenía 19 años cuando abrí mi primer blog: El asa de la taza.
Escribía sobre lo que sentía, lo que imaginaba.
Hacía collages, buscaba palabras, intentaba entenderme.
No era experta en nada, pero quería decir muchas cosas.
Casi 14 años después, sigo sin ser experta en nada.
Pero la curiosidad no se me ha ido.
Sigo preguntándome por todo, a veces con torpeza, a veces con ternura.
Y esa necesidad de escribir, de ordenar el pensamiento a través de las palabras, volvió a tocarme la puerta.
Hoy, muchos años después, siento que vuelvo a ese mismo impulso de El asa de la taza. A la necesidad de escribir por el puro hecho de vaciarme. De dejarme pensar en voz baja. Y aunque ahora todo tiene otro ritmo (la adultez, las redes, la rutina) hay algo en esta plataforma que me recuerda al inicio: a lo artesanal, a lo íntimo, a lo profundamente humano de escribir sin filtros.
Este espacio no busca enseñar nada (por ahora).
Es más bien una extensión de esa versión de mí que aún escribe para entender(se).
Para hacerle sitio a la duda, a la pausa, a lo que no cabe en un reel.
Este espacio es un poco mi nuevo cuarto propio.
Mi nueva asa de la taza.
Si estás leyendo esto, bienvenido.
Gracias por estar en esta nueva etapa conmigo.
Ojalá te quedes.
Ojalá te suscribas.
Ojalá nos leamos.
Con cariño,
Luisa
Un sueño hecho realidad: leerte por fin por aquí. Bienvenida Luisa, qué felicidad tenerte aquí y ahora!
Me encanta cómo logras capturar esa esencia de empezar de nuevo, sin dejar de lado lo que te impulsó en tus inicios. Es admirable cómo sigues escribiendo con tanta honestidad y curiosidad, dejando que las palabras te lleven a ese lugar íntimo y sincero. Estoy muy emocionada de seguirte en esta nueva etapa.