Durante muchos años pensé que llorar con facilidad, abrumarme con el ruido o necesitar más tiempo a solas eran cosas que tenía que corregir. Que había algo que fallaba en mí. Hasta que supe que no estaba rota. Solo era una persona altamente sensible (PAS).
Una persona PAS (o altamente sensible) tiene un sistema nervioso más receptivo y procesan los estímulos con mayor profundidad. No es un trastorno, no es un defecto, no es una moda. Es un rasgo de personalidad. Afecta aproximadamente al 20-30% de la población y está ampliamente estudiado por la psicóloga Elaine Aron, quien acuñó el término en los años 90. Algunas características comunes son:
• sensibilidad a la luz, sonidos o multitudes
• procesamiento emocional profundo
• empatía muy elevada
• facilidad para percibir sutilezas
• necesidad de espacios de recuperación
Pero más allá de la teoría, para mí ha sido un viaje de comprensión.
Recibir este diagnóstico no fue un límite, fue una brújula. Mi psicóloga me lo dijo así: el diagnóstico está ahí para ayudarte a entenderte mejor, no para encasillarte ni limitarte.
No se trata de decir “no puedo” porque soy PAS. Al contrario: se trata de aprender a cuidar tu energía, para estar más disponible para lo que sí quieres vivir. Hoy sé que no soy “demasiado”. Soy intensa, sí. Pero también profunda, empática, intuitiva, receptiva.
Cuando vivo algo con mucha intensidad o algo me desespera y veo que a nadie más le afecta igual, empiezo a pensar que estoy mal, que soy una exagerada, o que hay algo en mí que no encaja. El diagnóstico, lejos de limitarme, me ha ayudado a ser más compasiva conmigo, a entender por qué me siento como me siento, y a dejar de pelearme con eso. No me define, pero me acompaña y me da herramientas.
Y si estás leyendo esto y algo dentro de ti asiente, quiero decirte: no estás sola.
Hay algo muy hermoso en reconocer que lo que antes creías una debilidad, es en realidad tu superpoder. Yo lloraba por todo…lloro por todo. Por lo que me pasa, por lo que les pasa a los demás, por una canción, por una despedida breve. La sociedad me hizo creer que eso era “ser débil”. Pero ahora entiendo que eso era sentir. Y sentir es un privilegio.
No soy terapeuta. Por eso siempre invito a consultar con profesionales que puedan orientarte, guiarte y acompañarte si sientes que este rasgo resuena contigo. No para etiquetarte, sino para conocerte mejor. Y conocerte mejor siempre será el primer paso para tratarte con más amor.
Ejercicio para agradecer tu sensibilidad (seas o no seas PAS)
Piensa en una situación reciente donde tu sensibilidad fue un regalo.
Tal vez intuiste algo que nadie más notó. Tal vez acompañaste a alguien desde la empatía. Tal vez escribiste, creaste o simplemente viste el mundo con más detalle.
Describe esa situación. Agradécela.
Ser sensible no te resta, te conecta.
Estoy leyendo esto mientras me encuentro tumbada en mi sofá con el corazón arrugaito y los párpados inflados por tanto llorar, luego de recibir un par de comentarios de vas a estar bien, ya no llores tanto. Y he aprendido tanto que el permitirme sentir no me hace débil me hace humana es lo mejor que tengo . Gracias lu por permitirme leer algo con lo que puedo sentirme identificada por compartir partes de ti que hacen que momentos como
Este me siento un poco más entendida.
¿Quién lloró al leer estas palabras? Estaba escribiendo un comentario largo acerca de cómo siempre fui la que llora para cualquier pretexto, ocasión, alegría, pena, cuando decidí que iba a trasladar aquella experiencia en palabras en un texto propio. Es un fenómeno que me ha sucedido seguido al leerte, el de quedar más inspirada, tener ganas de retomar el tema leído y ponerlo en palabras desde mi experiencia y con palabras mías. Por este circulo virtuoso de inspiración, sensibilidad y vulnerabilidad, te doy las gracias Luisa.